El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, se mostró optimista al conocer que Rusia y Estados Unidos habían seleccionado su país como sede de una cumbre destinada a poner fin a la guerra en Ucrania. Orbán había situado a Hungría, un miembro de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, como un aliado tanto de Vladimir Putin como de Donald Trump, esperando demostrar al mundo que “el camino hacia la paz pasa por Budapest”.
No obstante, sus esperanzas se desvanecieron abruptamente después de que la administración Trump cancelara los planes para la cumbre en Budapest y, el miércoles, impusiera sanciones a los mayores productores de petróleo de Rusia, siendo estas las primeras desde que Trump retornó al cargo.
Las sanciones, que buscan debilitar los recursos rusos, podrían tener también un impacto devastador en la economía húngara. A pesar de que la mayoría de los países europeos han diversificado sus fuentes de energía desde la invasión de Ucrania en 2022, Hungría ha incrementado su dependencia de Rusia.
Similares a Eslovaquia, su vecina de Europa Central, Hungría depende casi exclusivamente de Rusia para sus importaciones de petróleo, lo que deja al país en una situación vulnerable. Orbán enfrenta ahora las serias repercusiones de su política energética.
El jueves, la UE anunció la prohibición de importar gas natural licuado (GNL) ruso a partir de 2027, acentuando aún más la presión sobre Hungría. Orbán advirtió a Trump el mes pasado que la economía húngara estaría “de rodillas” sin las importaciones energéticas rusas.
Frente a lo que considera una uniformidad insípida de Bruselas, Orbán defiende lo que llama “soberanía”: el derecho de Hungría a trazar su propio camino dentro de la UE y a establecer vínculos con líderes autoritarios en el extranjero. Sin embargo, este deseo de soberanía, al ignorar las iniciativas de la UE para diversificar las fuentes de energía, ha llevado a Hungría a una peligrosa dependencia de un único proveedor de combustibles fósiles.
Las sanciones petroleras estadounidenses y la prohibición del GNL crucialmente impactan a Orbán, quien a la vez lidia con un creciente movimiento opositor liderado por Peter Magyar, un ex aliado convertido en rival. A medida que se acercan elecciones cruciales en primavera, la presión sobre Orbán aumenta.
Desde la invasión rusa a Ucrania, los países de la UE decidieron reducir drásticamente las importaciones de energía rusa para limitar los recursos del Kremlin. Sin embargo, Bruselas eximió a Hungría, Eslovaquia y la República Checa de la prohibición del petróleo crudo ruso, permitiendo tiempo para reducir su dependencia. En lugar de hacer esto, Hungría y Eslovaquia fortalecieron sus vínculos energéticos con Moscú.
La dependencia del petróleo crudo ruso ha crecido en Hungría, pasando del 61% antes de la invasión al 86% en 2024. Este año, el 92% de las importaciones de petróleo crudo provienen de Rusia. Eslovaquia, por su parte, depende casi completamente del suministro ruso, según un informe del Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) y el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA).
Las compras de petróleo crudo realizadas por Hungría y Eslovaquia han aportado al Kremlin más de $6.300 millones, algo equiparable a la compra de 1.800 misiles Iskander-M utilizados para atacar infraestructura ucraniana y causar bajas entre civiles. Las importaciones fluyen a través del oleoducto Druzhba, que ha sido repetidamente atacado por drones ucranianos en un esfuerzo por sancionar a sus vecinos, que contribuyen a financiar la guerra.
De acuerdo con el informe de CSD-CREA, Hungría podría diversificar sus suministros energéticos considerándolos a través del oleoducto Adria de Croacia en lugar del Druzhba. Sin embargo, Orbán no ha indicado ningún cambio en la dirección de su política.
En una entrevista con un medio estatal húngaro, Orbán mencionó que su gobierno estaba “trabajando para eludir” las sanciones estadounidenses, aunque no reveló detalles. La búsqueda de soluciones alternativas a las sanciones podría ser una prueba significativa de la postura de la administración Trump sobre su aplicación, según Elina Ribakova, investigadora principal del Instituto Peterson de Economía Internacional.
A pesar de la dura retórica del secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, criticando la negativa de Putin a terminar su invasión a Ucrania, Trump ha mostrado un enfoque más conciliador, sugiriendo que espera que las sanciones no sean permanentes. Además, dejó abierta la posibilidad de retomar la cumbre de Budapest en el futuro.
La efectividad de las sanciones contra las empresas petroleras rusas dependerá de su implementación, incluso ante un aliado como Orbán, quien enfrenta un dilema complicado: “¿Se realizará una cumbre amistosa entre Putin y Trump en Hungría, o se enfrentará a medidas más severas si intenta evadir las sanciones?” se cuestionó Ribakova en sus declaraciones.
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Original source: Noticias Midland-Odessa
By Erick Castillo
30 Oct, 2025





