Tijuana, BC – En las calles polvorientas de Tijuana, rodeado de refugios improvisados, se encuentra Jesús Galván, un veterano de guerra que una vez vistió con orgullo el uniforme de la Marina de Estados Unidos. Su experiencia refleja la realidad de miles de veteranos deportados, hombres que sirvieron a un país que, tras su sacrificio, “les dio la espalda”.
En 1971, con una voz llena de determinación, Galván recitó el juramento que marcaría su vida:
“Yo, Jesús Galván, juro solemnemente que apoyaré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos.”
“Hacer todo lo posible por el país, por el presidente y la gente arriba”, recuerda Galván, mientras su mirada se pierde en los recuerdos de su servicio de seis años, en los que cumplió con disciplina su compromiso con una nación que consideraba su hogar.
Aquel día, tras pronunciar las solemnes palabras del juramento, le aseguraron que era ciudadano estadounidense.
“Fue cuando me dijeron ‘you’re now a citizen’… Ya eres ciudadano, sí”, relata con una mezcla de nostalgia y desconcierto.
Sin embargo, más de cinco décadas después, al presentarse ante un juez de migración, Jesús se enfrentó a una dura realidad: Nunca había sido reconocido legalmente como ciudadano.
“La jueza me dijo que todos mis casos del pasado eran irrelevantes… ‘Lo que importa es que no llenaste estos papeles de migración. Es por eso que estás aquí’”, afirma Galván.
Sin opción de apelar, fue deportado a México, un país que apenas conocía, luego de 72 años viviendo en Estados Unidos. Su historia no es un caso aislado: Organizaciones de apoyo estiman que cientos de veteranos deportados residen en Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez, muchos de ellos sin recursos ni acceso a atención médica.
Ahora con 75 años, Jesús sobrevive en un albergue para personas sin hogar. “Vivo en un albergue, soy ‘homeless’, no tengo dinero, no tengo ropa”, confiesa con resignación.
Mientras en Estados Unidos se conmemora cada noviembre el “Día de los Veteranos”, en la frontera mexicana surgen relatos como el suyo: la historia de aquellos que dieron todo por una nación que los olvidó.
La historia de Jesús Galván pone de manifiesto una herida que sigue abierta: la de los veteranos deportados, hombres que defendieron valores y sacrificaron años de sus vidas, solo para darse cuenta de que la patria que juraron proteger los consideró prescindibles.
Con una voz quebrada pero firme, Galván resume la paradoja de su situación.
“Como no viene acá a ver dónde vivo”, concluyó Galván.
Entre nostalgia y esperanza, Galván sigue soñando con regresar algún día a la tierra que defendió. Mientras tanto, su lucha continúa, esta vez contra el olvido.

Original source: Noticias San Diego
By Claudia Orozco
11 Nov, 2025





