Tijuana, BC – En Tijuana, una ciudad marcada por la violencia y las desapariciones, una madre sigue cavando con sus propias manos la tierra que podría devolverle un “pedazo de paz”.
Elvia Guardado forma parte de los colectivos de búsqueda que recorren los cerros y lotes baldíos de Baja California. Desde enero, su vida cambió radicalmente cuando su hijo, Alain Ortiz, un joven militar del 28 batallón de infantería, desapareció junto con su novia.
“Yo voy y busco porque a mí me importa, es mi hijo”, afirma Elvia con firmeza, mientras sostiene una pala que se ha convertido en símbolo de su resistencia.
El 10 de enero, Alain y su novia Lesli Yarisma desaparecieron sin dejar rastro. La familia denunció su ausencia y comenzó una búsqueda que pronto se extendió más allá de las instituciones. Durante meses, Elvia recorrió caminos polvorientos, escuchó testimonios y atendió cada pista, por mínima que fuera. En octubre, una llamada anónima le indicó el sitio donde podrían estar los cuerpos.
El 24 de octubre, los restos de Lesli fueron localizados en un terreno del este de Tijuana. Desde entonces, Elvia regresa diariamente al mismo lugar, con la esperanza de encontrar también a su hijo.
“Lo encontramos, no sé si pueda ser el mío. Qué bueno si fuera el mío, yo no deseaba encontrarlo de esta manera, pero con todo lo que hemos vivido, es obvio que al desaparecer una persona no la vas a encontrar viva”, confiesa Elvia.
En su búsqueda, Elvia y su familia han hallado seis cuerpos más. Cada hallazgo, dice, es un recordatorio del tamaño de la tragedia que atraviesa Baja California.
“Justo a espaldas de las vías, mi yerno encontró a una chica. Allá en Villas del Campo, yo encontré a un joven. Mis nietos también buscan, y ellos encontraron a una niña dentro de una maleta calcinada”, relata con voz quebrada.

Uno de esos cuerpos podría ser el de Alain. Sin embargo, la esperanza se ve ahora enfrentada a otra barrera: la lentitud en las pruebas genéticas para confirmar su identidad.
Para las madres buscadoras, encontrar un cuerpo no significa el fin del dolor, sino el inicio de un nuevo proceso lleno de burocracia y espera.
“Empieza la agonía de estar peleando con fiscalías para que hagan rápido la confronta genética, para que te entreguen a tu familiar. No termina el calvario al encontrar, sino que empieza otro”, explicó Bárbara Martínez, otra integrante del colectivo.
Los colectivos han solicitado a las autoridades celeridad en los cotejos de ADN, pues la acumulación de restos sin identificar aumenta cada día.
Mientras espera los resultados, Elvia continúa buscando. Sabe que cada día que pasa puede ser decisivo. Las buscadoras de Tijuana han demostrado que el amor de una madre puede ser más fuerte que la indiferencia institucional.
En cada jornada de búsqueda, la tierra se convierte en testigo de la esperanza y el dolor de cientos de familias que, como Elvia, no se detendrán hasta encontrar a sus desaparecidos.

Original source: Noticias San Diego
By Claudia Orozco
6 Nov, 2025





